sábado, febrero 17, 2007

¿Volvemos a los trenes?

Poco sabemos a estas alturas a ciencia cierta y más allá de toda duda es que un número indeterminado de terroristas , entre dos y doce, se dirigieron a alguna de las estaciones ferroviarias de Madrid en el llamado Corredor del Henares (Alcalá, Torrejón, San Fernando, Coslada o Vicálvaro, en los andenes o en las cocheras pusieron bombas en cuatro trenes.

Los artefactos parecían estar colocados siguiendo una secuencia determinada. En la Estación de Atocha estallan tres bombas. La primera de ellas a las 7:37, la segunda a las 7.38.36 y a las 7.38.40 la tercera. Sobre las 7:38 se suceden dos explosiones en la estación de El Pozo del Tío Raimundo y una última en la estación de Santa Eugenia. Y finalmente, a las 7:39, cuatro explosiones en la calle Téllez, a 500 m de distancia de Atocha. Posteriormente se explosionaron de forma controlada otros dos artefactos y una mochila que resultó contener únicamente material escolar.

Sabemos cómo eran las mochilas detonadas por los Tedax, sabemos los daños que produjeron todas las bombas y la cantidad de explosivo precisa para ello, sabemos el lugar de cada vagón dónde fueron puestas. Sabemos que cumplieron su misión de matar y aterrorizar, sabemos que recogieron restos para analizar, sabemos que no realizaron ningún informe oficial refiriendo todos y cada uno de los restos recogidos para su análisis, sabemos que tampoco realizaron ningún informe oficial de los restos electrónicos obtenidos para su análisis. Sabemos que abrieron las mochilas de Atocha y El Pozo, que vieron su contenido, que lo olieron, que lo palparon, que lo dibujaron. Sabemos que el contenido de la mochila de El Pozo recogida por el policía municipal Barredo, según su declaración, no coincidía con lo que afirmaron los Tedax.

Sabemos también que no enviaron los restos de explosivo y componentes electrónicos a la Policia Ciéntifica para su análisis preceptivo. Sabemos lo que declaró Sanchez Manzano en la Comisión de Investigación del Congreso, sabemos los resultados de los "pseudoanálisis" realizados por la Tedax Angelines. Sabemos, en fin, que no apareció ningún terrorista suicida. Sabemos más cosas.

Pero no sabemos cómo llegaron, no sabemos cómo eran las bombas, no sabemos si las pusieron en marcha, no sabemos quienes eran, no sabemos que explosivo contenían. No sabemos como se activaron. No sabemos si era un solo grupo o varios.

Nos cuentan que trece mochilas, o bolsas, o lo que sea, con diez kilos de explosivos cada una, más el peso de los sistemas de activación, fueron transportadas por 12 terroristas en una furgoneta Renault Kangoo y un Skoda Fabia, desde Morata de Tajuña hasta Alcalá de Henares.

Los terroristas completamente cubiertos de arriba abajo con ropa de invierno en una Kangoo sin asientos traseros y en un Skoda. No hay testigos que les reconociesen con seguridad. Nos dicen que no había ninguna cámara de seguridad que grabase.

La mochila número 13, que nadie vio en los trenes, apareció posteriormente en una Comisaria, en la que ahora conocemos que se investiga a unos policías implicados en tráfico de explosivos. Y esa mochila fue el elemento clave de toda la investigación, dicen que procedía de la estación de El Pozo, pero esto no se ha podido probar tampoco. La mochila con el explosivo pudo introducirse entre los efectos recuperados, porque la cadena de custodia se rompió durante cuatro horas, en los traslados desde la estación de El Pozo a la comisaría de Vallecas, de allí a las instalaciones del Ifema y vuelta a las dependencias policiales.

La tarjeta de teléfono encontrada en esa mochila, innecesaria para que funcione el sistema detonante, fue la prueba que permitió conducir a la Policía hasta los supuestos autores del atentado, "expertos terroristas islámicos" que siguieron haciendo una vida normal. Incluso uno de ellos acudió a una comisaría a denunciar el robo de una cabra. No hay huellas ni en mochilas, ni en la Kangoo, ni en ningún sitio.

Jamal Zougham, único encarcelado como presunto autor material de los atentados, es un chivo expiatorio que fue detenido porque su nombre
aparecía en el sumario de la célula española del 11-S. El testigo que le incrimina declaró ante la Policía que le vio esconder una mochila debajo del asiento, «en el piso bajo del vagón» en el tren de El Pozo, donde las dos explosiones se produjeron «en el piso superior», según los Tedax

Dicha mochila 13, que como hemos dicho no se sabe de dónde salió, no podía explotar, porque tenía los cables sueltos. En realidad era una bolsa de deporte, tenia el explosivo sin envolver, metralla de clavos, los cables eran azul y negro.

Las que explosionaron los Tedax sí eran mochilas, contenían el explosivo envuelto en una tartera o una bolsa, metralla de tuercas y tornillos, los cables que salían del teléfono "antiguo" que había en su interior eran rojos y negros, según declaraciones de las dos personas que pudieron verlo. En una de ellas, el detonador conectado al teléfono estaba fuera de la masa explosiva, tampoco podía explotar .

El vehiculo Skoda Fabia no fue localizado hasta tres meses después, pese a ser un coche robado que fue multado en once ocasiones por la Policía Municipal y no aparece en fotografías del día del atentado en el lugar que fue encontrado.

La furgoneta Renault Kangoo fue localizada en las inmediaciones de la estación la misma mañana de los atentados, gracias a la declaración de un portero llamado Garrudo, que afirma haber visto a las 7:05 a tres sospechosos al lado de la misma. No pudo determinar con seguridad si eran españoles o extranjeros. Sus sucesivas declaraciones resultaron contradictorias en los principales aspectos, primero dijo que le parecieron "de europa del este", luego que le parecieron "de los del norte" y terminó diciendo que podían ser españoles o marroquies, que "algunos son iguales que nosotros". Le enseñaron fotografias en las que no reconoció a nadie, lo que me parece normal teniendo en cuenta que primero había declarado que "iban muy tapados" y luego que "llevaban pasamontañas". Uno de los sujetos, afirma Garrudo, se dirigió hacia la estación, situada a unos 240 metros. Con suerte sólo tenía tiempo de llegar al último de los trenes.

Una taquillera de esa misma estación habló con un individuo que iba llamativamente tapado (no se quitaba la bufanda para pedir el billete, lo que hacía complicado hablar con él). Según la taquillera, el individuo hablaba "en español con acento de español".

Ni de las declaraciones del portero ni de las de la taquillera se puede sacar la conclusión de que esas personas que vieron fueran las que pusieron las bombas, ni tampoco prueban que se pusieran en Alcalá, ni que la furgoneta tuviese algo que ver con el atentado.

Cuando el portero compareció ante la comisión parlamentaria dijo que prestó dos veces declaración durante ese día, una en torno a las 15.00 horas y otra sobre las 19.00 horas, y que en esta última los policías que le interrogaron le enseñaron muchas fotografías e insistieron "muchísimo" en si las personas que había visto eran extranjeras. Los agentes le mostraron varias páginas con entre diez y doce fotografías de personas de raza árabe en su mayoría y en algunas de ellas, según él, se apreciaban gorros y pañuelos palestinos. En esa declaración, Garrudo dijo que "tenía la impresión" de que las dos personas que vio al lado de la furgoneta eran extranjeras -"pura intuición", precisó- pero que no podía "decir por qué", puesto que no tenía "una imagen clara", y agregó que "en ningún momento" matizó que fueran árabes.

Pero en su primera declaración -en la Brigada Provincial de Información del barrio de Moratalaz- no pudo precisar si las personas que él había visto eran españoles o extranjeros, aunque los policías también le preguntaron. Esto sugiere que fue variando su versión en función más de lo que le decian que de lo que recordaba. ¿Por qué procedieron de esta forma cuando en esos momentos se decía que era ETA la principal línea de investigación?

Todos conocemos la insistencia con que se ha ridiculizado a quienes recordaban las primeras versiones en cuanto a la aparición de la furgoneta Kangoo, entre otras, las jocosas referencias a la cinta de la "Orquesta Mondragón". Pues bien, eso no estuvo nunca en boca de nadie que no tuviese intención manipuladora.

Como bien recordaba Fernando Múgica, los primeros policías que llegaron hasta la furgoneta Renault Kangoo observaron algo en su interior que les llamó la atención, una tarjeta de visita del Grupo Mondragón que estaba situada en el salpicadero, perfectamente visible, colocada justo encima de la parte del volante. En la tarjeta podía leerse con claridad las palabras Grupo Mondragón. La comunicación por radio del hallazgo la escucharon en abierto todos los hombres de patrulla en la zona, ya que la voz del policía del K se escuchaba en los altavoces de las emisoras de todas las patrullas y la escucharon aproximadamente 40 policías, entre los que estaban los componentes de las patrullas de los coches K y Z, responsables de Información, los pertenecientes a las dotaciones de Lepantos, Ecos, Prismas, Polos y un largo etcétera escucharon aquella mañana cómo se daban los datos de la única pista encontrada en el interior de la furgoneta.

Sin embargo, la información de esa tarjeta no volvió a mencionarla ninguno de los inspectores de la Brigada de Información ni de la Policía Científica que acudieron al lugar a partir de las 11.00 horas. O no la vieron, o no le dieron importancia.

También observaron al mirar a través de las ventanillas que la parte destinada a la carga estaba vacía. Debajo del asiento del copiloto vieron un chaleco amarillo reflectante mal doblado y, encima del mismo asiento, una casete transparente sin ninguna inscripción, al menos en la parte visible.

Esta furgoneta supuestamente robada no fué abandonada allí por los terroristas. La cerradura no estaba forzada y no se encontraron huellas dactilares en su interior, no sólo los policias no vieron más cosas en su interior que las ya mencionadas, como ratificaron tanto un inspector como el propio comisario de Alcalá, sino que se hizo en el mismo lugar donde fue hallada un primer registro del vehículo con dos perros entrenados que no detectaron ningún resto de explosivos o detonadores, algo poco menos que imposible y que se puede apreciar perfectamente en las imágenes grabadas durante la inspección.

Eso sabemos, lo que no sabemos es cómo, tras ser trasladada la furgoneta a Canillas, nos dicen que aparecieron en ella 79 objetos diferentes, algunos de un volumen incompatible con la más remota posibilidad de que no fuesen vistos antes si es verdad que estaban. Y tampoco nos explicamos como esa tarjeta del Grupo Mondragón se convirtió en una casete de la Orquesta Mondragón, ni como esa casete transparente se convirtió en una casete coránica comercial con carátula impresa en caracteres arábigos y que resultó contener una grabación de la cuarta sura del Corán, que era como un villancico en agosto. También se encontraron restos de explosivos y detonadores que oportunamente contribuyeron a reforzar la pista islámica.

A pesar de ello los análisis de los explosivos encontrados tan providencialmente en la Kangoo y en la mochila 13 no dieron un resultado idéntico entre sí. Si nos han querido dar por buenos unos análisis que sólo identifican componentes "genéricos" en lo que explotó efectivamente en los trenes, la pretensión posterior de que en los tres casos estalló lo mismo se revela así, no ya como algo sólo probable, sino directamente imposible. ¿Quizá se hizo un análisis que no pasó el "control de calidad"? No lo sabemos.

Tampoco sabemos por qué se descartó una información que apareció en la web del diario ABC, según la cual la policía buscaba a dos individuos que subieron varias veces a los trenes en Alcalá de Henares entre las 7h y las 7h 10, subieron y bajaron de varios trenes en la estación de Alcalá de Henares, y que se sospechaba que fueron los que colocaron mochilas con los artefactos explosivos. Esto no coincide en absoluto con las declaraciones de Garrudo y de la taquillera, tenía que proceder necesariamente de otras declaraciones. ¿Por qué se descartó esta posibilidad? Nunca más se supo nada de esto, no se menciona en posteriores informes policiales.

El mismo día de los atentados se produjeron reivindicaciones a través de Internet y en una carta enviada a un diario árabe editado en Londres. El mismo grupo terrorista remitió el 3 de abril un fax al diario Abc en el que amenazaba con atentar de nuevo en nuestro país si no retiraba las tropas militares destacadas en Iraq y Afganistán. El problema es que era un fax manuscrito que se envió desde una cabina telefónica que no admite envío de fax, otro milagro supongo.

Nadie dio ningún crédito desde el principio al comunicado de las Brigadas de Abu Hafs Al Masri al periódico londinense, porque este grupo tiene por costumbre atribuirse todos los atentados que acontecen en el mundo. Así lo afirmó desde el principio un informe desclasificado del CNI.

Dos días más tarde, una llamada a la centralita de Telemadrid alertó de la existencia de una cinta de vídeo en una papelera cercana a la mezquita de la M-30 de Madrid, en la que se reivindicaba la autoría del atentado en nombre del grupo terrorista Al Qaeda por el alineamiento de España con la política exterior de George Bush.

En realidad la Policía no localizó ningún vídeo reinvidicativo. Este es el relato de los hechos según el primer informe policial:"Telemadrid se pone en contacto, mediante su equipo de seguridad, con la policía a través del servicio 091, que a su vez comunica al Grupo Operativo de Respuesta Inmediata la novedad. Dos policías se dirigen al lugar donde supuestamente está la cinta. Los agentes vuelven a las dependencias policiales a las 20.40 acompañados de un ciudadano que había cogido la cinta de vídeo y el material donde se reivindicaban los atentados del 11M. Se trataba de un guante de lana color oscuro que contiene una carcasa de cinta de vídeo envuelta en un papel de color blanco y con un texto escrito a bolígrafo y en español de MUY URGENTE y una cinta de vídeo de la marca Panasonic en su interior”.

“La cinta tipo DVM era de las mismas características que la comprada el 8 de marzo por dos individuos en el establecimiento sito en la calle Real de Pinto, Madrid”.

¿Y qué fue de la persona que hizo la llamada? Pues pasó esto: “Antes ha sido detenida la persona que supuestamente hizo la llamada a Telemadrid.”

“Se trata de un ciudadano español, sobre el que no se puede acreditar su participación en la llamada telefónica a Telemadrid. Por ello es puesto en libertad”.

¿Alguien puede dar una explicación razonable a esto?

Además, el hecho de que la cinta fuese tipo DVM, es decir, Mini Dv ofrecía una facilidad a la Policía. Este tipo de cintas permite saber: el día y la hora en que se realizó la grabación, la marca y modelo de cámara con la que se realizó la grabación y, esto es lo más importante, el número de serie de la cámara.

No parece que la Policía llevase a cabo ninguna pesquisa en base a la cinta. ¿Por qué? En lugar de eso, nos están machacando con la dichosa tarjeta del móvil de la mochila milagrosa, que permitió llegar hasta los moritos de Lavapiés, que, al parecer, estaban esperando tranquilamente a que los detuvieran después de haber asesinado a 192 personas.

Hasta ahora hemos dado dos ejemplos de pistas que se desecharon sin más explicaciones, pero sin duda alguna debieron de existir muchas más. En las primeras informaciones no se hablaba de mochilas, fué la aparición de la misteriosa mochila número 13 lo que determinó definitivamente esta presunción y la manipulación de los posibles testigos, obligados de alguna forma a desterrar de su memoria todo lo que no fuesen "moros con mochilas".

Desde el principio se insiste en buscar cosas con unas caracteristicas concretas que además no concuerdan con lo que oficialmente se supone que era la primera línea de investigación. Siempre soluciones milagrosas, vertiginosas concatenaciones de indicios afortunados que conducen de forma inapelable a los que no podemos evitar denominar, recordando aquel clásico del cine, "sospechosos habituales".

El mismo juez instructor llega a afirmar que "La propia investigación no ha conseguido (y así debe ser expuesto, por cuanto se han intentado todos los resortes fiables y verificables para ello) una respuesta a cuestiones tales como el número exacto de personas que intervinieron en el traslado y colocación de los artefactos explosivos en los trenes de la línea férrea Alcalá de Henares-Madrid, la específica forma de su distribución en todos los casos (las menciones son parciales, en ocasiones refiriéndose al exterior de las estaciones, con vagas descripciones de los supuestos partícipes e identificaciones fotográficas dudosas), los concretos medios de transporte utilizados para el traslado de los autores materiales y de los artefactos explosivos hasta las estaciones de tren ..."

A pesar de ello, se han dado una serie de explicaciones judiciales sobre cómo se llevaron a cabo aspectos concretos de la preparación y ejecución de los atentados que nos es imposible calificar siquiera de aventuradas, que nos obligan a definirlas como poco menos que absurdas, por no decir otra cosa, pero hablar pormenorizadamente de semejantes extremos excederia con mucho los límites de este pequeño artículo.

Podemos sin ningún temor de faltar a la verdad usar palabras duras para definir las causas de que estemos en el punto en que nos encontramos a tres años del mayor atentado de la historia europea conocida: destrucción de pruebas, falsificación, ocultación y encaminamiento

Desde este punto, podemos imaginar cuantas hipótesis se nos ocurran, pero sí nos atrevemos a conjeturar algo, habrá que basarse en los indicios y pruebas de los que dispongamos a pesar de todo y lo que la lógica nos dicte.

Nos gustaria tener respuesta a una simple pregunta: ¿Cómo puede nadie afirmar que está todo claro?

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